¿Cómo hacer para que un niño o niña deje de morder?

Dos niños pequeños interactúan alrededor de una caja de juguetes de colores; uno de ellos parece intentar morder la mano del otro en un gesto de frustración o disputa. Una persona adulta supervisa de cerca, enfocada en la situación.

La crianza de niños y niñas es una aventura llena de momentos emocionantes y desafíos inesperados. Una de las etapas que puede generar inquietud entre madres y padres es cuando los pequeños comienzan a morder.

Este comportamiento, común entre el primer y tercer año de vida, es una parte natural del desarrollo y no predice conductas agresivas futuras. Comprender las razones detrás de este hábito es esencial para manejarlo de manera efectiva y fomentar un crecimiento saludable.

¿Por qué muerden los niños y las niñas?

Fase oral del desarrollo

Entre el primer año y año y medio de vida, los niños y las niñas atraviesan la fase oral del desarrollo. En esta etapa, exploran el mundo a través de la boca: tocan, saborean y sienten diferentes texturas y objetos.

Morder es una forma de conocer su entorno y buscar placer sensorial. Incluso pueden morder para manifestar afecto, ya que aún no comprenden las consecuencias de sus acciones. Es una fase totalmente normal donde todo es una experiencia nueva por descubrir.

Fase experimental y de imitación

A medida que crecen, comienza una fase en la que imitan las conductas de los adultos; por ejemplo, cuando jugamos con ellos y decimos que vamos a «comérnoslos» a besos, ellos pueden repetir esta acción con sus amigos y amigas. Es su forma de interactuar y relacionarse, demostrando afecto y curiosidad.

Falta de lenguaje como medio de comunicación

Antes de desarrollar plenamente el habla, los niños y las niñas pueden recurrir a morder para expresar emociones como afecto, frustración o enfado. Si no pueden comunicar con palabras lo que sienten o necesitan, utilizan la mordida como alternativa.

Este comportamiento está relacionado con la frustración de no poder conseguir o hacer algo y con la necesidad de expresar su autonomía y control sobre el entorno que les rodea.

Alivio durante la dentición

La aparición de los primeros dientes es otro factor que puede llevar a los niños y las niñas a morder. El dolor y la incomodidad en las encías les impulsan a buscar alivio mediante la mordida. Este comportamiento es una respuesta natural al malestar físico que experimentan durante la dentición.

Para ayudarles en esta etapa, es recomendable ofrecerles objetos seguros que puedan morder, como mordedores de goma o juguetes diseñados para este fin. Estos elementos no solo alivian el dolor, sino que también satisfacen su necesidad de explorar con la boca.

Morder como autodefensa

En ocasiones, los pequeños pueden morder como una forma de protegerse. Si se sienten amenazados o temen perder sus pertenencias, utilizan la mordida para defenderse y mantener el control sobre sus cosas. Este comportamiento es una reacción instintiva ante situaciones que perciben como conflictivas.

Es importante enseñarles a expresar sus sentimientos y necesidades de manera apropiada. Fomentar el compartir y establecer turnos puede reducir la ansiedad que lleva a los niños y las niñas a morder para conservar sus juguetes o espacio personal.

Necesidad de autonomía y control

A medida que crecen, los niños y las niñas buscan afirmar su independencia y control sobre el entorno. Morder puede ser una forma de experimentar su influencia en las situaciones y observar las respuestas que generan. Sienten una especie de «poder» al ver cómo reaccionan los demás ante sus acciones.

Para canalizar esta necesidad de forma positiva, es útil ofrecerles opciones en su vida diaria. Permitirles elegir entre dos prendas de ropa o decidir qué juego prefieren jugar les da una sensación de control y reduce la probabilidad de comportamientos desafiantes como morder.

Bebé masticando una barra acolchada de color azul con dibujos de flores, mientras explora y juega en su entorno. La imagen muestra curiosidad típica de bebés, con enfoque en sus ojos grandes y expresivos.

¿Cómo debemos actuar ante los mordiscos?

Es fundamental entender que los niños y las niñas menores de tres años no muerden con la intención de hacer daño. Su comportamiento es una respuesta fisiológica y una forma de comunicación en desarrollo. Sin embargo, es necesario intervenir para evitar que esta conducta se convierta en un hábito socialmente inapropiado.

Anticipación y supervisión

Observa las interacciones de tu hijo o hija con otros niños y niñas. Si percibes que pueden surgir conflictos por un juguete o por estar demasiado cerca, intervén de manera preventiva para mediar y orientar.

Comunicación clara y calmada

Si ocurre un mordisco, di «NO» en un tono firme pero sereno. Evita gritar o castigar, ya que esto puede generar más frustración o miedo.

Uso del chupete o mordedores

Si tu pequeño o pequeña está en fase de dentición y utiliza chupete, ofrecerlo durante las actividades de juego puede ayudarle a estar más relajado y disminuir la necesidad de morder.

Enseñar con palabras sencillas

A partir de los dos años, comienza a explicarle con frases claras como «Morder hace daño a los amigos» o «Entiendo que quieres ese juguete, pero ahora está jugando otro niño o niña. Puedes esperar tu turno». La repetición y consistencia en el mensaje son clave para que comprendan.

Apartarlo brevemente del grupo

Si ha mordido, separarlo un poco de sus compañeros y compañeras puede ayudarle a entender que esa conducta no es adecuada. No se trata de un castigo severo, sino de darle un momento para calmarse y reflexionar.

Fomentar habilidades de comunicación

Ayuda a tu hijo o hija a desarrollar su lenguaje y expresividad. Cuantas más herramientas tenga para comunicar sus necesidades y emociones, menos recurrirá a la mordida. Juegos de palabras, lectura de cuentos y conversaciones diarias enriquecen su vocabulario y comprensión.

Consejos finales

La fase de morder es una etapa normal en el desarrollo de los niños y las niñas pequeños. Con comprensión y estrategias adecuadas, madres y padres pueden ayudar a sus hijos e hijas a superar esta fase. Al proporcionarles alternativas positivas y enseñarles a comunicar sus sentimientos, fomentamos su crecimiento emocional y social, preparando el camino para interacciones más saludables y felices en el futuro.

Si tienes experiencias o consejos sobre cómo manejaste esta etapa con tu hijo o hija, te invitamos a compartirlos. Tu aporte puede ser de gran ayuda para otras familias que están pasando por lo mismo.

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