Las emociones y los sentimientos ocupan un lugar muy importante en nuestras vidas. Forman parte de nuestro día a día y son una pieza clave para desenvolvernos en nuestro entorno, relacionarnos con los demás y gestionar las experiencias que tenemos grabadas en nuestra mente. Por ello, enseñar a un niño a manejar las emociones es esencial para su educación y para su vida. Los niños que saben manejar y controlar sus emociones son más felices y se adaptan mejor a la escuela infantil.
Los pequeños experimentan las emociones como una montaña rusa de sensaciones que desconocen y que van dando forma poco a poco. Van aprendiendo a regular la tristeza, la alegría, el miedo y la rabia a través del enfado. En este proceso los padres tienen que apoyarles y ayudarles a comprender qué les ocurre, cómo controlarlo y ponerle nombre a esa emoción. Los adultos somos el espejo donde se reflejan los niños y los encargados de enseñarles y orientarles en su regulación y desarrollo emocional.
Las rabietas y el comportamiento que se deriva de estas, enfados, golpes o peleas contra alguien o algo, van a afectar a su capacidad de aprendizaje, porque se sienten frustrados y aprenden a tranquilizarse en ese tipo de situaciones. Desarrollar y potenciar la inteligencia emocional es fundamental para modular estos comportamientos y facilitar la interacción social con el mundo que les rodea. Cuando los niños aprenden a manejar sus emociones, se vuelven más capaces de manejar su comportamiento.
Consejos para enseñar a un niño a manejar las emociones
- Empatizar: la empatía con los pequeños es muy importante. Un buen ejercicio antes de poder ayudar a un niño con esa emoción que no sabe manifestar o la expresa sin ningún control, es ponerse en su lugar, reflexionar cómo nos sentimos y qué hacemos en situaciones parecidas. De esta manera nos resultará mucho más fácil poder darle herramientas al niño.
- Escuchar y comprender: hay que ir más allá de lo que nos cuenta el pequeño. Si lo entendemos, será más fácil acompañarle en el proceso de entender qué le está pasando, qué está sintiendo y por qué lo siente. Si el niño no comunica lo que siente pero notamos que le está pasando algo, podemos estimularle y ayudarle con preguntas comprensivas, y así ganar su confianza. El niño se sentirá apoyado y con seguridad para contar lo que le pasa.
- NO invalidar: no podemos invalidar sus emociones. No podemos decirle a un niño que no sienta lo que siente. Con esto le estamos enviando un mensaje negativo y diciéndole que sus emociones están mal. Sus emociones tienen que brotar y tratarlas con naturalidad para poder gestionarlas.
- NO ignorar: no debemos ignorar lo que le está pasando al niño. “Ya se le pasará” o “dejará de hacerlo en algún momento”. Esto le comunica que sus emociones no son importantes y a la larga afectará de manera negativa en el manejo de las mismas.
- Adaptar: es importante ayudar al niño a colocar de una manera adaptativa sus emociones. Por ejemplo, podemos construir historias de lo ocurrido y podemos jugar a darle un final diferente. También podemos usar un contenedor de emociones negativas y expresarlo en un dibujo, con plastilina… para que el pequeño pueda mostrar lo que no puede hacer con palabras.
Son muchas las emociones que puede llegar a tener un niño a lo largo del día. Y lo primero que debe saber es cómo son y para qué sirven. Tratarlas con naturalidad y aprender a convivir con ellas de manera sana y natural. Enseñar a un niño a manejar las emociones y a cómo gestionarlas de manera adecuada, hará que el pequeño se sepa desenvolver en su entorno sin miedos e inseguridades.
Estos artículos que enseñan a los padres a educar emocionalmente a los niños, son verdaderamente admirables por su finalidad de ayudar a los niños y familias. Un saludo y gracias!!